Poema VIII

VIII

 

Yo os diré qué es el amor,
esa cruenta aparición que hábilmente
se anida en el enfermo;

Fantasma embaucador que nos abraza
aun cuando se han desecho ya
sus dulces restos.

El amor es un ensayo, un imperfecto,
de nuestra propia vida vulgar reflejo,
que nace abriendo al mundo nuevas formas
y muere cerrándose la cruz sobre su pecho.

Yo os diré:

Que la llama de amor imperturbable
que es camino de fe para los necios,
agonizará al castigo de la lluvia errante
o sucumbirá bajo el pie de quienes la prendieron.

Cuan el hierro puede abrir en la piel
cientos de heridas que desangren con el tiempo,
así puede asestarse fiero golpe
que de punzada mortal destripe al reo.

Que pueden los látigos caer sobre la carne
hasta esparcir toda la sangre por los suelos,
como podría caer la horca del cadalso
y acabar con él de un golpe seco.

Hay, de acabar con el amor,
tantas formas como de acabar
la vida al menos;

Sólo que vuelve éste a surgir
cual bruma de mañana
que se filtra en las entrañas
con afán de vernos ciegos.

¿Somos polvo?
Tal vez en polvo acabaremos.
Así, mientras el polvo esté en pie,
muera mil veces antes de caer
por preparar su propio entierro.