De Sueños y Sombras, los escombros de la memoria, ve la luz en mayo de 2010 como resultado de un largo proyecto que, en realidad, nunca fue tal. No es, al fin y al cabo, más que un amplio compendio de poemas y relatos cortos que fueron escritos sin otra finalidad en la mente del autor que la de dar rienda suelta a sus inquietudes literarias, y que tras largos años en un cajón fueron recopilados y puestos a disposición de todo aquel que pueda valorarlos, ya que no es otra la razón de su existencia que darse a conocer al mundo para el disfrute de quien pueda encontrar entre sus páginas renglones que le remuevan el corazón o la conciencia.
Es por ello un libro tan apreciado para su autor, porque fue escrito sin un principio ni un final, sin un propósito cierto ni objetivos que alcanzar. Fue simplemente una llama prendida en un momento del tiempo que hoy aún arde, y que probablemente seguirá incandescente a lo largo de la vida de su autor, pues el afán creador, la voracidad de las letras y el espíritu artístico, jamás se extingue en el alma de aquel en quien se ha arraigado.
Y es este el sentimiento que da título a la obra, pues los escombros de la memoria representan todas las cosas: los sueños, los deseos, los anhelos y las nostalgias que un día pudieron serlo todo para nosotros y que, sumidos en la rutina diaria que a todos nos lleva, acabamos dejando a un lado porque la vida, o las gentes, quieren hacernos comprender que hemos de madurar. Ese repique sordo que, de cuando en cuando, nos viene a la cabeza y nos recuerda estos sueños olvidados es la memoria que a todos nos golpea con el fin de hacerse escuchar, tratando de que comprendamos que esos sueños, aunque no nos parezcan más que escombros de un tiempo pasado, siguen ahí, anidados en nosotros, y que no descansaremos hasta verlos cumplidos.
La única forma de acallar ese insidioso latido de nostalgia que nos los recuerda es ponernos manos a la obra. A nuestra obra…
Los sueños… volátiles e intangibles aliados del afán del hombre por concebir el sentido de la vida que le lleva… Medio del corazón y del alma para rozar la esencia de aquello que, engendrado en nuestro espíritu, nos llama a dar forma en el plano físico a todo cuanto evocamos y sentimos en el mundo de las ideas. Forma arcaica de todos nuestros deseos, de todos nuestros anhelos, de todos nuestros miedos; luz primordial y rutilante del camino que nos ha sido asignado, inherente a nuestra naturaleza., y que tímida se nos muestra.
La sombra… lóbregos resquicios del alma aún por desvelar; formas vivas y cambiantes que con su hálito vaporoso y exiguo extienden sobre el momento presente la confusa e inescrutable gravedad de la incertidumbre del mañana. Denso entramado de negrura que es el limbo entre la nada y el sueño; y en el que hemos de hundir nuestras ilusiones y esperanzas armadas con la voluntad desafiante de nuestro espíritu, que habrá de abrirles paso en la espesura, con el fin de dar matices corpóreos al ansia infatigable de nuestros corazones, cuyos únicos lazos con la realidad son los líquidos pinceles del pensamiento.
Los escombros de la memoria… afluencia líquida y misteriosa que se vierte de los sueños que largo tiempo atrás soñamos para retornar sobre nosotros; y que con el empuje ciego y embravecido de una fuerza que durante largos años aletargada, pero latente e inagotable, ha acatado dócil su confinamiento aguardando el momento de renacer, se abre paso sobre las cosas mundanas que la relegaron al olvido, con el estallido voraz de la incontenible esencia del ser humano, para recordarnos lo que en verdad somos, y a lo que en verdad estamos destinados.